Contracciones

Contracciones es una comedia que invita a reflexionar sobre el control y el poder que el mundo empresarial ejerce sobre sus trabajadores. A través de varios encuentros entre una empleada y su jefa, se retrata una relación de poder llevada al extremo poniendo en escena la brutalidad del mundo corporativo.

Aunque tenga tintes de drama social - es inevitable percibir la crítica inherente en la trama - la obra acierta en girar hacia la comedia negra más perversa. La sucesión de escenas con la misma estructura puede resultar un tanto repetitiva al principio, pero el incremento gradual de la tensión y el conflicto está muy bien medido. Además, lejos de quedarse corta, la obra traspasa todos los límites para llegar a unas maravillosas escenas finales donde la exageración, el disparate y lo absurdo se topan con la tragedia, logrando esa sensación de carcajada incómoda o hasta culpable en el espectador.

Además de la valentía del texto de Mike Bartlett con adaptación de Jorge Kent, caben destacar las interpretaciones de las actrices y la impecable dirección de Israel Solà, de la Calórica. Candela Peña cumple con todas las expectativas con una maravillosa interpretación que arranca más contenida y sometida para dejarse llevar por la máxima desesperación y locura al final. El personaje de la jefa, sin embargo, interpretado por Mª José Hipólito entre semana y por Pilar Castro los fines de semana, mantiene un tono más o menos similar a lo largo de toda la función: una fría y manipuladora directiva totalmente deshumanizada y que justifica todas sus atrocidades bajo una amable sonrisa y un “no soy yo, es la compañía”.

La escenografía incluye unos paneles de grandes dimensiones que ayudan a transmitir la grandeza del poder corporativo. Sirven también para marcar las transiciones de una escena a otra y para proyectar imágenes que retratan el contexto social del momento.

Además, la idea de repetición, que ya intuíamos en la estructura de las escenas, también está presente en un ingenioso final lleno de ruido. Y es que, como trabajadores alienados, resulta complicado salir de esta rueda de explotación que se repite cada día.