El universo creativo de Les Impulsives vuelve tras su anterior obra Pulsation, esta vez con un solo cuerpo en escena capaz de desplegar una multitud de voces, miedos y pensamientos. La impostora (o Verdadera Buena Trabajadora Funcional) es una obra de teatro físico unipersonal escrito e interpretado por Adèle Vidal y dirigido por Juliette Verdier que nos adentra en el interior de una mujer convencida de no merecer nada de lo que ha conseguido.
La protagonista, una “Buena Trabajadora Funcional”, comete un error cotidiano y a partir de ahí desencadena una cadena de fantasías catastróficas. A través de este mecanismo, el espectáculo construye situaciones tan absurdas y cómicas como profundamente reconocibles. El monólogo recorre con humor los paisajes mentales del síndrome de la impostora y la ansiedad contemporánea, utilizando la exageración teatral para poner en escena la autoexigencia constante que atraviesa nuestras rutinas.
El trabajo corporal de la intérprete sostiene toda la propuesta: en cuestión de segundos, cambia de registro vocal, energía y presencia física para dar forma a distintos personajes. Su interpretación, claramente anclada en el teatro físico de Lecoq, convierte el gesto en pensamiento y el movimiento en discurso.
Con una duración cercana a la hora, la pieza mantiene un ritmo ágil y un pulso emocional constante, oscilando entre la risa y la identificación incómoda. Su fuerza reside precisamente en ese equilibrio: la crítica a la productividad y la culpa no se formula de manera abstracta, sino que se encarna en el cuerpo de la actriz de forma concreta.
La impostora es, en definitiva, una reflexión lúcida y divertida sobre la presión de ser “suficientes” en una sociedad que nunca parece satisfecha. Un monólogo cercano y eficaz que nos invita a reconocer nuestras inseguridades y, al menos por un rato, a reírnos de ellas.